En moto por el refugiado, un proyecto solidario protagonizado por Carlos Lameiro con la ayuda de Francisco de la Cruz Cidrás. Respaldado por Machete Company, La Urbana Bike, 5special, Novalbos y entre muchos otros que a nivel particular han apoyado la iniciativa aportando su granito de arena. Aquí os dejamos el relato en primera persona del Gran Lameiro de como surgió y como se desarrolló «En moto por el refugiado»:

A finales de Marzo un domingo cualquiera, me tiro en la cama, enciendo lo tele y ahí están esas personas que parecen vivir en otro mundo, casi de ciencia ficción… Los refugiados. Es tan bestia las imágenes y los datos que estoy viendo que no tardo en cabrearme y hacer un ejercicio de empatía.

Llegados a este punto ya estoy totalmente envenenado y tengo la necesidad de hacer algo por ayudar, normalmente me habría indignado, apagado la tele y al día siguiente a otra cosa… Pero esta vez no fue así.

Vale, tenía claro que quería ayudar, pero a poder ser quería disfrutar haciéndolo y si en algún sitio disfruto como un enano es sentado, agarrado a un manillar, subiendo y bajando marchas, serpenteando un río de asfalto… Así que ponerle nombre al proyecto no tuvo ninguna dificultad.

En moto por el refugiado, así titulé a este proyecto y los objetivos eran claros, ayudar económicamente recaudando fondos para PROEM-AID (ONG de bomberos que estaban realizando miles de rescates en la isla de Lesbos de manera totalmente altruista) y colaborar con mis propias manos allí donde hiciese falta.

Una vez desarrollé la idea sobre una simple presentación en soporte digital, comencé a enseñársela a mi familia y amigos. No tenía ni idea de como iban a reaccionar, si les iba a parecer tan buena idea como a mi, pero para mi sorpresa les pareció estupendo y se sumaron al proyecto dándome todo su apoyo, aunque a mis padres no les hacia gracia el hecho de que fuese en moto…

Ahora ya teníamos todas las herramientas así que mis colegas y yo nos pusimos al lío. Los meses de Abril, Mayo y Junio fueron una autentica locura, entre organizar conciertos, la concentración motera, jornada de surf, carrera popular… La ilusión porque el proyecto triunfase y llevar toda la ayuda posible no dejaban hueco al cansancio. Poco a poco el proyecto se iba haciendo más grande a la vez que también aumentaba la recaudación a través de los eventos y la venta de unas camisetas y pulseras que diseñamos con tal propósito.

Con tanto que organizar, la planificación del viaje lo dejamos para el final y lo cierto es que no me gusta nada planificar, con una idea general llega, preferimos la improvisación, de esta manera siempre ocurren experiencias difíciles de olvidar. Hasta pocos días antes de comenzar el viaje no sabía quien de mis amigos me acompañaría en esta aventura, finalmente solo estaba disponible Don Francisco de la Cruz Cidrás amigo del colegio del y de la pandilla de toda la vida. Un tío duro un 4×4, me alegraba el saber que vendría con su indestructible Honda cb 250.

Salimos de casa el 20 de Julio direccion Asturias (Motorbeach) allí estuvimos los 3 días en los que conseguimos una gran recaudación con la venta de camisetas. De Asturias nos fuimos rumbo a Salamanca donde nos esperaba nuestro amigo Jorge el organizador del evento en dicha ciudad que consistía en una ruta motera, conciertos y continuar con la recaudación, fue un éxito gran participación de gente y de nuevo una buena recaudación de fondos para la causa.

Al día siguiente y con nuestros cuerpos bastante cansados de tanta organización y acostarse a altas horas de la madrugada, los 200 km que nos separaban de Madrid no fueron fáciles además el calor infernal que hacía no ayudaba, pero la ilusión y las ganas de avanzar siempre ganan. El evento de Madrid era el último que teníamos en la agenda así que lo dimos todo y dio muy buen resultado, música y motos en un gran ambiente de gente solidaria.

Madrid-Barcelona lo hicimos en dos etapas haciendo noche a mitad de camino donde Joan, un motero que conocimos en Asturias, quiso ayudarnos y nos acogió en su casa en Calanda, Un placer conocerlo muy buena gente…

Al rededor de las cinco de la tarde del día siguiente llegamos a Barcelona, fue poco el tiempo que estuvimos en esta preciosa ciudad, pero lo disfrutamos paseando por el centro. En Barna nos despedíamos de España y 21 horas de ferry nos separaban de Italia, tanto Fran como yo estábamos entusiasmados por recorrer el extranjero con nuestras motos. El viaje de ida transcurrió con normalidad íbamos directos a nuestro destino por lo que no nos paramos demasiado en hacer turismo, queríamos llegar y ayudar, ese era el objetivo principal.

El 8 de agosto llegamos al campo de refugiados de Vasílica próximo a Tesalónica al norte de Grecia, fue muy impactante el primer contacto con los refugiados, no es lo mismo escucharlo y verlo en la tele que llegar y verlo en persona. Se trata de un campo de refugiados en una vieja fabrica abandonada donde conviven 1200 personas en tiendas de campaña en una condiciones muy duras.

Próximo al campo de refugiados un grupo de voluntarios independientes catalanes han creado EKO proyect 2, han alquilado un terreno en el que se ha construido un espacio para que jueguen los niños, una escuela, una cocina, biblioteca, un espacio para mujeres… En definitiva un lugar que les ayude a escapar de su realidad y que les ayude a mantener la esperanza. Fran y yo hemos estado dos semanas colaborando en este proyecto con tareas de construcción, jugando y entreteniendo a los niños. Ha sido una experiencia dura y gratificante en la que hemos conocido a gente espectacular y nos da mucha rabia que gente tan buena sencilla y humilde este pasando por esto… Seguiremos luchando por ellos de una u otra manera hasta que esto no termine, se merecen algo mucho mejor.

Al finalizar las dos semanas comenzamos la vuelta a casa, estábamos muy lejos pero las ganas de contarle lo que habíamos vistos a nuestros amigos y familiares nos daban fuerzas para volver. Pasamos por unos paisajes espectaculares tanto en Grecia como en Italia, a Fran le conquisto más Grecia a mi Italia pero los dos repetiríamos ambos destinos sin dudarlo.

Con respecto a las motos, chapó la BMW R45 de 5 special aguantó con todo lo que se le echaba y la honda cb otro tanto de lo mismo, la gente se asombraba cuando le decíamos cual era nuestro viaje. Seis días después de salir de el campo de refugiados estábamos en casa con los nuestros. Ha sido una experiencia que seguro repetiré.

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